Hirsch postmemoria
Este artículo critica las formas en que el concepto de postmemoria se ha utilizado para defender la importancia psicológica y social de la ficción histórica. En la década de 1990, la teoría del trauma se impuso en los estudios sobre el Holocausto como medio para legitimar el testimonio de los supervivientes. La teoría del trauma instaba a prescindir de los criterios de fiabilidad y exactitud, tratando el testimonio no como una fuente histórica típica, sino como un sistema alternativo y torturado de conocimiento sobre el pasado. La obra de Hirsch contiene una ambigüedad teórica que permite investir a la recreación artística del pasado de una justificación psicológica comparable. La posmemoria amplía la autoridad del testigo para abarcar a quienes no tienen experiencia directa de las atrocidades históricas que narran. Este artículo cuestiona la justificación de esta transferencia de autoridad testimonial de los antepasados a sus descendientes.
El esfuerzo que presentan en esta novela [El jinete polaco] los dos protagonistas puede verse como emblemático del largo camino que ha emprendido la sociedad española posfranquista. Las nuevas generaciones de españoles han tenido que asumir esas experiencias de posmemoria, de herencia de una memoria devastadora de una guerra civil, una represión de posguerra y una larga dictadura que no necesariamente han vivido, pero que persigue sus vidas en las voces y los ecos, en los miedos y los recuerdos de las generaciones de sus padres y abuelos7
Postmemoria
Marianne Hirsch (nacida el 23 de septiembre de 1949) es catedrática de inglés y literatura comparada William Peterfield Trent de la Universidad de Columbia y profesora del Instituto de Investigación sobre la Mujer, el Género y la Sexualidad[1].
En 1992, Hirsch introdujo el término «postmemoria», un concepto que posteriormente ha sido citado en cientos de libros y artículos[10]. El término se utilizó originalmente para referirse a la relación entre los hijos de los supervivientes del Holocausto y los recuerdos de sus padres, pero se ha ampliado con el tiempo. En la actualidad, el concepto ha evolucionado más allá de estas restricciones familiares y generacionales para describir «la relación que las generaciones posteriores o los testigos contemporáneos distantes mantienen con el trauma personal, colectivo y cultural de otros, con experiencias que «recuerdan» o conocen sólo a través de historias, imágenes y comportamientos»[11]. «El historiador Guy Beiner ha criticado el uso del término en los estudios sobre la memoria como un concepto a medias y ha sugerido formas alternativas de reconceptualizarlo y utilizarlo como una categoría analítica más desafiante[12]. En 2015, el Journal of Trauma and Literature Studies dedicó un número especial a la noción de posmemoria[13].
Significado de la postmemoria
Este artículo critica las formas en que el concepto de postmemoria se ha utilizado para defender el significado psicológico y social de la ficción histórica. En la década de 1990, la teoría del trauma se impuso en los estudios sobre el Holocausto como medio para legitimar el testimonio de los supervivientes. La teoría del trauma instaba a prescindir de los criterios de fiabilidad y exactitud, tratando el testimonio no como una fuente histórica típica, sino como un sistema alternativo y torturado de conocimiento sobre el pasado. La obra de Hirsch contiene una ambigüedad teórica que permite investir a la recreación artística del pasado de una justificación psicológica comparable. La posmemoria amplía la autoridad del testigo para abarcar a quienes no tienen experiencia directa de las atrocidades históricas que narran. Este artículo cuestiona la justificación de esta transferencia de autoridad testimonial de los antepasados a sus descendientes.
El esfuerzo que presentan en esta novela [El jinete polaco] los dos protagonistas puede verse como emblemático del largo camino que ha emprendido la sociedad española posfranquista. Las nuevas generaciones de españoles han tenido que asumir esas experiencias de posmemoria, de herencia de una memoria devastadora de una guerra civil, una represión de posguerra y una larga dictadura que no necesariamente han vivido, pero que persigue sus vidas en las voces y los ecos, en los miedos y los recuerdos de las generaciones de sus padres y abuelos7
Memoria post 2021
Pero es precisamente el carácter poco espectacular del hallazgo lo que convierte la investigación del autor en el contexto ruso en algo nuevo: «Todos los demás tenían una familia formada por personas que participaban en la historia; la mía estaba formada sólo por sus inquilinos». Destinados a ser víctimas de la persecución y la represión, todos ellos consiguieron sobrevivir al siglo XX. ¿Cómo fue posible? Esta es la pregunta y el punto de partida de la primera gran obra en prosa de Maria Stepanova.
«[Una] atrevida combinación de historia familiar y análisis cultural itinerante, una mirada caleidoscópica y cambiante en el tiempo sobre una familia de judíos rusos a lo largo de un siglo ferozmente agitado». John Williams, The New York Times
«En la forma en que entremezcla las reflexiones rusas y europeas sobre la memoria, deslizándose sin problemas entre países y continentes, Stepanova ayuda a sanar las rupturas entre la cultura rusa y la del mundo. En el siglo XIX, la novela rusa formaba parte de la literatura occidental. Durante la URSS, la cultura rusa se fue exiliando paulatinamente y acabó emigrando por completo. Vida y destino y Doctor Zhivago son quizás las últimas grandes novelas rusas «europeas». Stepanova marca el regreso de la literatura rusa a casa, es decir, a Europa». Peter Pomerantsev, The Spectator